miércoles, 22 de octubre de 2008

REFLEXION EN UN DIA DE LLUVIA

Llueve en Madrid y el aire intenso ha destrozado algunas ramas de los árboles, el viento hace timbrar las persianas y a lo lejos se oyen las sirenas de los bomberos. Por la ventana observo como los paraguas se revelan a sus dueños y algún otro papel traicionero se enreda en la pernera de un viandante. Hace frío. El cielo plomizo, se va, cada vez más, oscureciendo, formando un colage de tonos negros que da miedo, tengo la sensación de que hoy el día no traerá buenas vibraciones y el problema es que yo tengo que ir a trabajar, y si ya de por sí, odio estos días, el tormento de la laboriosidad me cimbrea las sienes.
Y es en este momento, escribiendo, no se sabe muy bien, para qué ni para quién, cuando uno se pregunta como podemos ser tan mezquinos y egoístas. Como teniendo el privilegio de estar en casa caliente, con unas babuchas en los pies, mirando por la ventana, sin otra preocupación, que encontrar las palabras mas acertadas para poder expresar un sentimiento, teniendo la comida preparada encima de la mesa, un plato caliente, y dispuesto a ir a un trabajo; insisto, como podemos ser tan mezquinos y egoístas de quejarnos y en cierta forma de despreciar lo que tenemos.
La otra tarde leyendo el blog de Ismael en su visita a Guatemala y la reunión que mantuvo con la gente de Oxfam y la precariedad en la que viven los agricultores guatemaltecos y la pobreza del mundo rural, no sé por que, me vino a la memoria, las terribles escenas de un campo de refugiados en África que se escenifica en la película “El jardinero fiel”. El hambre, la desesperación, la violencia, la desidia, el poder de unos cuantos frente a la miseria de muchos otros, la utilización de seres humanos en experimentos farmacológicos para el enriquecimiento de los países occidentales, en definitiva, la necesidad de un mundo pobre para que el mundo rico y desarrollado pueda, como yo, quejarse del privilegio de poder estar tranquilamente en casa escribiendo, mientras llueve en Madrid.
Pero no hay que irse tan lejos, en esta ciudad, en la que se invierte en soterrar autovías urbanas, que se gasta cantidades desorbitadas en proyectos de juegos olímpicos, que se aprueban presupuestos millonarios para engalanar la ciudad de cara a las navidades que se avecinan; cuyos regidores ganan más dinero al año que el que pudiera ganar yo en toda mi vida laboral, y que a pesar de la crisis, todavía nos exigen más impuestos, para seguir, claro esta, manteniendo su status. Pues como iba diciendo, en esta ciudad triste y gris, fría y húmeda, también hay miseria y pobreza.
La crisis esta dejando a muchas familias sin los recursos necesarios, hay personas mayores en el umbral de la pobreza, desatendidos y solos, núcleos chabolistas que se inundan con las primeras lluvias y que por única compañía tienen a las ratas rondando por sus pocas pertenencias, familias desestructuradas a causa de la falta de estabilidad y futuro, y muchas otras situaciones de pobreza, miseria y desarraigo.Pero todo esto no importa por que el dinero que hay se destina a salvar entidades bancarias, que a pesar de haber ganado grandes fortunas, no se sabe como, ahora están en quiebra. Para el resto, ya llegaran tiempos mejores. Y yo, ignorante de mí, preocupado de que esta lloviendo en Madrid.

lunes, 13 de octubre de 2008

ENGAÑOS Y MENTIRAS

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
(Jaime Gil de Biedma)

A veces deseo que emprendas el viaje
que dejes de temblar en tus recuerdos,
que nos han engañado,
que mintieron, que todo es efímero.

A veces deseo que vuelvas a alzar la mano
que nos digamos cosas de las que arrepentirnos,
que la vida nos ha defraudado
que nos ha golpeado en el último momento
cuando teníamos que estar paseando, hablando
de aquellos otros tiempos, en que todo
era eterno, que nos han engañado,
ahora no dudo que nos mintieron,
que después del sueño, solo queda vacío,
que nos han engañado,
te lo juro, por lo que no creo,
que nos mintieron, que nada es eterno.

Ahora entiendo, cuando por los setenta
los bares y las copas hasta la madrugada
te acompañaban y aprovechabas
cualquier momento para volver al pueblo,
y te gustaba comer y regar
con vino tu aliento,
y dudo su fuiste promiscuo, hace tanto tiempo,
que ya sabias que nos engañaron,
que nos mintieron.

No sé, a veces te veo rodeado
en brazos ajenos
en ahumados antros de vicio y dinero,
pero me cuesta creerlo
-a veces lo deseo-
ya sabias que nos habían engañado,
que nos mintieron,
los maldigo, a todos ellos.

Lo que darías por un trozo
de tocino y un trago de vino,
lo que darías por quitarte el polvo de las botas
-o echarlo-
lo que darías por sentirte vivo...
que te he visto muy triste
y he llorado.

miércoles, 8 de octubre de 2008

BENEFICIO Y MISERIA

Leo una noticia en la sección de economía de un periódico no afín a mi ideología pero que me llama la atención por la dedicación de una de sus páginas a los escasos recursos económicos de algunas personas.
Resulta que países como Austria con una renta per cápita elevada, tiene una red social al borde de caer en la pobreza y la idea de algunas empresas privadas a sido crear una red de supermercados especiales para desfavorecidos.
Se ponen a la venta productos desechados por las grandes cadenas de alimentación, bien por estar con alguna falla en sus envases o por estar próximos a su caducidad. Bueno y barato es el lema de estas cadenas. Productos de primera necesidad, huevos orgánicos por 20 céntimos de euro, un litro de leche por 30 céntimos, el pan se entrega gratis al igual que los yogures o la nata.
El requisito es demostrar bajos ingresos; jubilados, personas solas, estudiantes e inmigrantes, son la clientela de estas cadenas de supermercados. La nómina no debe superar los 800 euros al mes.
Y lo que me corroe y me preocupa de esta iniciativa, no es él echo de la situación económica a la que nos están llevando nuestros gobiernos, que de por sí ya es preocupante, ni siquiera, el beneficio de estas empresas de bajo coste, que indudablemente lo tendrán, sino de que se iban a preocupar ellos de crear estos establecimientos;un nuevo nicho de mercado para explotar la crisis. Lo que me preocupa es lo gilipollas que somos, y perdón por la expresión, al consentir pagar precios tan desorbitados en nuestros mercados habituales y contribuir a encarecimientos de los productos y al enriquecimiento de unos cuantos. Y lo que más me irrita y descompone es saber que si se puede generar riqueza y abastecer de alimentos de primera necesidad a una población empobrecida, como coño, y vuelvo a pedir perdón por la expresión, se sigue muriendo la gente de hambre.
No entiendo nada, que alguien me lo explique, por favor.