miércoles, 3 de diciembre de 2008

A MIS VIEJOS AMIGOS

Pensé que podía hacerlo. Por un momento acaricié el sueño con la punta de los dedos. Vi las primeras hojas en blanco y aturdido desperté con una sonrisa en mis labios. Tembloroso aún sigo soñando y me ronronean palabras y versos.
“Pido la paz y la palabra”leyendo a los grandes, aquellos ya muertos, me he dado cuenta, que no sirvo para esto. Que los poetas están catalogados en generaciones y encuentros: los del 98, los del 27 y el 36, la pos-guerra y tanto dolor. Licenciados y viajeros del mundo, comprometidos en luchas y batallas perdidas pero eternizados con sus letras.
Algunos fueron asesinados, otros murieron de pena y condena, muchos otros acariciaron la tragedia y el suicidio y algo de ellos nos queda.
Me acerco a los del cincuenta: Ángel González, José Hierro, Brines, Claudio Rodríguez, Bonald, Biedma, Valente... no sé si pisaron la cárcel, pero recibieron golpes, frustradas promesas.
Leo con asiduidad a un no-poeta, según él nos cuenta. Un periodista que los lunes nos regala un poema. Habla de Apaches y de amores lejanos y de ondas pirenaicas y tiene un hijo que recita en conciertos acariciando su guitarra y su voz es verso.
Las generaciones avanzan imparables, son los del setenta, los Novísimos. Y que decir de los más jóvenes, los nuevos poetas. Sin padres ni referencias, sin complejos y que llaman a la revuelta con mensajes MSM.
Poetas, poetas de ayer y de hoy que nos embaucan, que nos alertan, que disfrazan la vida en un poema.

Nací en el 64 y no soy poeta: pensé que podía serlo. Me perdí la lucha por las libertades de este país. Conocí la inmigración siendo un bebe recién nacido en las frías montañas de los Alpes. Siendo estudiante no aprobé ni el recreo y no acompañe a los caídos en aquellas manifestaciones de estudiantes. Participé en las marchas a Torrejón contra la OTAN como individuo independiente, fui militante de la Unificación Comunista y repartí el”Mundo Obrero” en los Primero de Mayo, pero fue fugaz y efímero. No participé en revueltas ni luchas de aquella recién inaugurada democracia y me perdí acontecimientos históricos, aunque si recuerdo el deceso de la Pasionaria y si grite el “no pasaran” e independiente y solitario me marché.
Al fin, después de dar tumbos de un lado para otro, llegue a la universidad, fui con mi mujer y estábamos embarazados, tuvimos que dejarlo.
Ahora con los cuarenta apretándome el estomago se me esta cayendo el pelo y empiezo a quedarme calvo, me doy cuenta que me he perdido muchas cosas y que es tarde para recuperarlas.

Los sueños los tienen incluso los ancianos y yo sigo soñando. Algún día escribiré un buen poema y os llegará con el viento, volando. Abriré mis puertas y alguien me llamará poeta.
De momento seguiré siendo un apátrida generacional, independiente y solitario.
Seguiré soñando.