martes, 3 de febrero de 2009

TE DEJO MARCHAR

Todavía son recuerdos dolorosos; los momentos más tristes de una despedida.
Hacía frío, demasiado frío. Se que te gustaba la noche y como no podía ser de otra forma, de noche te marchaste; con el cambio de hora, como queriendo arrancar más tiempo a la vida, te dejaste llevar.
Aún siento el fino hilo de la exhalación, del último suspiro que marca el final, de la última mirada tras aquel cristal.
Me estoy consumiendo(a pesar de la apariencia); son imágenes constantes del dolor, de la desesperación, de no poder hacer nada, del último adiós.
Hoy he decidido”: Dejarte marchar”
A partir de ahora solo quiero recordar los momentos bonitos. Los domingos de “seiscientos” con tortilla de patata regada con bota de vino. Del agua cristalina del río, de la sombra del huerto y de las comidas familiares y de tu sonrisa. De los viajes por España, de las pensiones, de la playa. De las noches de Castillos(fuegos artificiales en la madrugada) y del chocolate “calentito” antes de irnos a la cama y, como no, de mi triciclo.
A partir de ahora solo quiero recordar lo bonito.

TE DEJO MARCHAR

Adiós, al definitivo adiós,
a aquel que se rememorará al alba
en las lagunas de lo incierto,
en la sequedad de mis ojos;
en el último retrato.

Adiós al después de todo,
al reflejo de mi asustada retina:
maduración del fruto perdido
infancia que se va con el último adiós de tu suspiro.
Silencio
silencio último después del todo.

Que he partido hacia aguas bravas;
se apago la luz del faro que me guía;
abismo al filo del tropiezo
en la última tormenta de mí vida.

El fotograma se ha revelado, contrapuesto,
sintiendo que no sientes
mis lloros y lamentos.

Adiós al fin
después del fin de todo.

Encallecida mi alma, esperpento
cicatriz que dejó tu silencio,
que he madurado, cuanto lo siento;
paso lento del tiempo, ausencias
que dejaron la infancia vendida.

Se ha desgarrado en la tierra,
en la luz, en la sombra:
las palabras secas de la noche;
no sé, donde llevarte mis manos,
¡allí tan solo! te hemos dejado,
fin de todas las palabras
después de la última bocanada.

Ahora solo queda el reflejo de las flores secas,
luz que ilumina el mármol,
lividez que quedara
siendo el niño tras tus pasos,
que al final de la gruta
estarás esperando.

Último aire,
fin de todo
lo que fue a mi lado.